La esquina platense de Plaza Paso se ha convertido en un punto de conmemoración del día internacional de las mujeres y de la lucha por sus derechos. Arte y militancia se dieron cita en la misma esquina una vez más, de la mano del muralista y fileteador Beto Palavecino y la agrupación de mujeres de Pan y Rosas.
Un mural transforma una pared blanca en un mensaje, vocifera consignas, destaca posiciones, recorta lo monótono, siempre destinado a perecer. A veces sobrevive un tiempo largo, a veces demasiado corto, a veces es transformado y otras tergiversado. Es que un mural contiene en sí mismo lo masivo y lo efímero que es paradójicamente su fuerza y su debilidad.
Es en Plaza Paso donde esta vez se dispone todo para que ese grito irrumpa en la Ciudad: Pinturas, pinceles, botellas cortadas, colores, marcas de manos, gotas salpicadas, marcaron un 8 de marzo que buscaba dejar plasmado la organización y la lucha de las mujeres trabajadoras. Como afirma Lorena de Pan y Rosas “los derechos no se mendigan, se conquistan y desde nuestra casa no vamos a solucionar nada, la idea es salir a la calle a exigir todas nuestras reivindicaciones, que tanto el gobierno como iglesia se afanan en desoír”.
Este es el tercer año consecutivo que el Día Internacional de la mujer llenó la esquina de 13 y 44 de música, risas estridentes, voces y manos que trabajan en conjunto, hombres y mujeres, niños y niñas que, bajo un sol ideal, unieron el arte y la lucha. La Flaca, también militante de Pan y Rosas, sostuvo “hoy es un día más de lucha y no un día de flores y bombones como nos quieren hacer creer. La propuesta para hoy es que las mujeres se unan con diferentes artistas y compañeros, para hacer algo vistoso y comprometido”.
Beto Palavecino es uno de esos artistas comprometidos a los que se refería La Flaca, fileteador y muralista: “Mi idea era reflejar la unión de las mujeres, darle al mural alegría y color que es lo que tiene el filete, pero siempre enfocado a la lucha que es lo que se representa con las mujeres dibujadas ahí”. La idea surgió de una charla con las compañeras de Pan y Rosas y aunque el boceto era apenas unas líneas negras sobre un fondo de madera y unas tenues marcas que indicaban el punto de fuga, el mural terminó siendo una mezcla de tintes rosas, amarillos, rojos, naranjas… Beto sonreía: “empezamos hoy a las 8 de la mañana y nos iremos hoy cuando se ponga el sol, porque en realidad esto cuanto más color y más dedicación le pones más lindo queda”.
Pero Beto sabe que los colores no son nada sin un sentimiento que los mueva, “La jornada fue muy linda, hay mucho espíritu de compañerismo, de pintar entre todos, con ganas de ayudar y compartir. Estas jornadas para mí son muy ricas como pintor y sobre todo si tiene un finalidad de este tipo, eso se duplica o triplica”. Mientras, el violeta se imponía entre filetes que bailaban sobre la pared, se movían al ritmo del artista que subía y bajaba, tocaba y retocaba, con pinceles de todos los tamaños.
Una de las finalidades del mural es denunciar que “La déKada ganada” dejó una mujer víctima de violencia cada hora, a tres mujeres abusadas por día, y 300 mujeres muertas al año por abortos clandestinos, cifras que Cristina parece olvidar y que sus soldados se encargan de borrar: el mural realizado el año pasado fue tapado, principalmente en las partes que se hacía una denuncia concreta hacia el gobierno. “Los apóstoles de Perón”, firmaron la censura y se hicieron cargo de su religiosa misión en contra de las mujeres. “Patria o buitres” escribieron, pero paradójicamente borraron la consigna: absolución a los petroleros de Las Heras.
En definitiva, los murales puedan estar atados a lo efímero, pero nunca lo estarán el arte de su creación impregnado en los participantes para siempre. Tampoco las consignas que lo conforman, que en este caso tienen la fuerza de una convicción de amplios horizontes, el espíritu de lucha de las mujeres que hicieron historia y que se organizan día a día para ganar las calles y luchar por sus derechos.
Contra Molinos de Sortilegios 